04 septiembre, 2011
Libre de toda oscuridad el tiempo
en su diáfana estructura
construye puentes, derriba nombres,
se acicala frente a un espejo roto.
Ecos del viejo mendigo de Cumberland,
poderosa raíz de Jena,
la claridad del rayo te condena
a una vieja canción que no retorna,
raído círculo de rostros pasajeros.
Tercas en la entonación de melodías
entre furioso caos civilizado
las aves de Orfeo susurran ceniza,
sombras que brillan al amanecer,
lucecitas desdeñadas por la noche eterna,
lumbre de solar.
Si se afirmara en este pulso
aquel silencio pálido de negra mirada...
mientras tanto palabras
se originan en su propio adiós:
calla en la escucha del espejo.
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