26 septiembre, 2010

Manchado de azul
sospecho de tus botas
hechas para pisar la tarde,
hay gaviotas aplastadas contra este asfalto gris
y ridículas razones dentro de un café
que el desasosiego traga cotidiano.

Labios monótonos que anhelan enterrarme
con su pulcra estadística,
su ley abstracta ajena al vuelo sin maldad
de un pájaro extraviado
que ha olvidado mover sus alas.
Vestido de mar me persigue lo gris,
quién fuera ola arrebatada contra las piedras
y no metal oxidado por la circunstancia.
Horizonte de luz acuática
tu destino es existir,
y no te dejan.
Puede que ni siquiera te hayas dado cuenta, pero todo el mundo tiene un destino... Cada uno tiene una misión que cumplir. Ves niños, mujeres buenas, gente que no es nada, que no hacen ningún mal, pero llega un día en que ellos también...

Llega un día en que ellos también sucumben,
mujeres buenas, hombres que no conocían el mal.
Su destino es hoy anclaje de tierra,
besos que se estrellan contra un muro de culpa,
nube muerta a manos del deseo,
cadena sutil de ser mortal.
Caricatura del deseo

Sentimiento metafísico en mí,
ansío sin remedio cuanto está a mi alcance,
cuando lo tengo
no puedo acariciarlo como lo soñé
y dejo que se pierda entre los dedos.

He sido timado por la realidad
con su verdad a medias,
quisiera
no buscarte en vano cada día,
y me urge esta insaciable sed.


El mar y la muerte

Vendrá la muerte y tendrá mis ojos,
no los tuyos,
sólo existo yo frente al espejo,
también a veces el mar es.
Aeroplano de cera
sobre colinas de fuego,
suicida piel de aterrizaje

alas de metal
nieve gotean

23 septiembre, 2010

improvisación

La luz que hiere lo inmóvil es el tiempo de la expresión ida,
no se puede retener un ápice de certidumbre
apoyado sobre esta baranda frágil,
hay cartones que refugian mendigos de plata
y sucias alamedas para redondos zapatos de caucho.

La sangre no está por ningún lado que se pueda retener,
ni el beso multiforme de las despedidas
ni la sonrisa amable de aquel despertador excitado,
emociones que tiritan solas en algún corredor
y se muerden las uñas de impaciencia
a la espera del siguiente metro.

Así es como aprendes a vivir callado,
el zumbido de la vida se resuelve bien con tu blackberry
y alguna que otra dosis de farmacia,
tú que te crees viviente en lo tuyo y anhelas sin embargo
una fusión digna de aquel deseo primigenio,
más allá del vértigo con que te mira
esta ciudad sin ojos

pulsión vorágine de verdades inciertas,
mentiras de metal que pugnan por su disfraz de vida,
disparate persecutorio, arte redentor,
sueñas en el trayecto ambiguo de la nada.

18 septiembre, 2010

sin título

Deseo atroz, el mar
es una calma rota,
quise apresar los barcos
bajo una luz remota
y se hizo noche la vida.

La hiel de los adioses
me apartó en la esquina,
y qué solo se sintió
aquel blando corazón de nube.

Rebusqué en la miel
de las estrellas solas
cuando la vieja luna
me clavó su estaca
y un gato mordió los ojos de la carne.

Deseo abolido ya en su nacimiento,
espasmo de pupila antigua
que anhela desahuciarme,
casa de piel abandonada.

15 septiembre, 2010

De Luis Cernuda

A un poeta futuro

No conozco a los hombres. Años llevo
De buscarles y huirles sin remedio.
¿No les comprendo? ¿O acaso les comprendo
Demasiado? Antes que en estas formas
Evidentes, de brusca carne y hueso,
Súbitamente rotas por un resorte débil
Si alguien apasionado les allega,
Muertos en la leyenda les comprendo
Mejor. Y regreso de ellos a los vivos,
Fortalecido amigo solitario,
Como quien va del manantial latente
Al río que sin pulso desemboca.

No comprendo a los ríos. Con prisa errante pasan
Desde la fuente al mar, en ocio atareado.
Llenos de su importancia, bien fabril o agrícola;
La fuente, que es promesa, el mar sólo la cumple,
El multiforme mar, incierto y sempiterno.
Como en fuente lejana, en el futuro
Duermen las formas posibles de la vida
En un sueño sin sueños, nulas e inconscientes,
Prontas a reflejar la idea de los dioses.
Y entre los seres que serán un día
Sueñas tu sueño, mi imposible amigo.

No comprendo a los hombres. Mas algo en mí responde
Que te comprendería, lo mismo que comprendo
Los animales, las hojas y las piedras,
Compañeros de siempre silenciosos y fieles.
Todo es cuestión de tiempo en esta vida,
Un tiempo cuyo ritmo no se acuerda,
Por largo y vasto, al otro pobre ritmo
De nuestro tiempo humano corto y débil.
Si el tiempo de los hombres y el tiempo de los dioses
Fuera uno, esta nota que en mí inaugura el ritmo,
Unida con la tuya se acordaría en cadencia,
No callando sin eco entre el mudo auditorio.

Mas no me cuido de ser desconocido
En medio de estos cuerpos casi contemporáneos,
Vivos de modo diferente al de mi cuerpo
De tierra loca que pugna por ser ala
Y alcanzar aquel muro del espacio
Separando mis años de los tuyos futuros.
Sólo quiero mi brazo sobre otro brazo amigo,
Que otros ojos compartan lo que miran los míos.
Aunque tú no sabrás con cuánto amor hoy busco
Por ese abismo blanco del tiempo venidero
La sombra de tu alma, para aprender de ella
A ordenar mi pasión según nueva medida.

Ahora, cuando me catalogan ya los hombres
Bajo sus clasificaciones y sus fechas,
Disgusto a unos por frío y a los otros por raro,
Y en mi temblor humano hallan reminiscencias
Muertas. Nunca han de comprender que si mi lengua
El mundo cantó un día, fue amor quien la inspiraba.
Yo no podré decirte cuánto llevo luchando
Para que mi palabra no se muera
Silenciosa conmigo, y vaya como un eco
A ti, como tormenta que ha pasado
Y un son vago recuerda por el aire tranquilo.

Tú no conocerás cómo domo mi miedo
Para hacer de mi voz mi valentía,
Dando al olvido inútiles desastres
Que pululan en torno y pisotean
Nuestra vida con estúpido gozo,
La vida que serás y que yo casi he sido.
Porque presiento en este alejamiento humano
Cuan míos habrán de ser los hombres venideros,
Cómo esta soledad será poblada un día.
Aunque sin mí, de camaradas puros a tu imagen.
Si renuncio a la vida es para hallarla luego
Conforme a mi deseo, en tu memoria.

Cuando en hora tardía, aún leyendo
Bajo la lámpara luego me interrumpo
Para escuchar la lluvia, pesada tal borracho
Que orina en la tiniebla helada de la calle,
Algo débil en mí susurra entonces:
Los elementos libres que aprisiona mi cuerpo
¿Fueron sobre la tierra convocados
Por esto sólo? ¿Hay más? Y si lo hay ¿adonde
Hallarlo? No conozco otro mundo si no es éste,
Y sin ti es triste a veces. Ámame con nostalgia,
Como a una sombra, como yo he amado
La verdad del poeta bajo nombres ya idos.

Cuando en días venideros, libre el hombre
Del mundo primitivo a que hemos vuelto
De tiniebla y de horror, lleve el destino
Tu mano hacia el volumen donde yazcan
Olvidados mis versos, y lo abras,
Yo sé que sentirás mi voz llegarte,
No de la letra vieja, mas del fondo
Vivo en tu entraña, con un afán sin nombre
Que tú dominarás. Escúchame y comprende.
En sus limbos mi alma quizá recuerde algo,
Y entonces en ti mismo mis sueños y deseos
Tendrán razón al fin, y habré vivido.



De: Como quien espera el alba, 1941-1944

06 septiembre, 2010

I

Pretextos de bajamar,
ruinas de la memoria,
estanques de terciopelo.

Agua, sonido que engulle
barcos de papel y sueño,
secuestrada luz de sal.

Ojos manchados de hoy,
estrella sorda del tiempo,
cuerpo de mujer que abrasa
como abrasa todo lo que yo deseo.

Deseo vida, paz,
algo simple y cotidiano,
algo cierto.

Me dan plomo y trampa,
cárcel de tristes años,
desolación a secas.