05 septiembre, 2011


En la barra de un bar leo a Derrida,
deconstruyo el beso que no pude darte:
sabe a cerveza la gilipollez postmodernista.
Volveré a sentirme extraño
entre ratas de biblioteca
y gafas apretadas,
me mirarán justo al contrario
que esta camarera marroquí -libra los Lunes -
despampanante y recatada.
Subrayarán el aliento de la calle
en cada frase de mi primer ensayo,
y escupiré las gracias a la noche
de todo corazón.

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