21 abril, 2008

collage dostoievski


Perdone que se lo diga otra vez, pero no puedo dejar de venir aquí mañana. Soy un soñador. Hay en mí tan poca vida real, los momentos como éste, como el de ahora, son para mí tan raros que me es imposible no repetirlo en mis sueños. Voy a soñar con usted toda la noche, toda la semana, todo el año. Mañana vendré aquí sin falta, aquí mismo, a este mismo sitio, a esta misma hora, y seré feliz, solamente, recordando el día de hoy.

Y le apena a uno que esa instantánea belleza se haya marchitado de manera tan rápida e irrevocable, que haya brillado tan engañosa e ineficazmente ante uno; le apena el que ni siquiera hubiese tiempo bastante para enamorarse de ella...

la casualidad vino en mi ayuda

Pero hasta tanto que llegue ese momento amenazador nuestro héroe no desea nada, porque está por encima del deseo, porque está saciado, porque es artista de su propia vida y se forja cada hora según su propia voluntad.

También los sueños se sobreviven.

¿Tengo yo la culpa de no poder soportar ahora un día de duda?

Me acosan unos pensamientos tan extraños y unas sensaciones tan lúgubres , se agolpan en mi cabeza unas preguntas tan confusas, que no me siento ni con fuerzas ni con deseos de contestarlas. No seré yo quien ha de resolver todo esto.

Me puse a consolarla, a buscar razones que explicaran la ausencia de él, a ofrecer argumentos y pruebas. Nadie era tan fácil de engañar como ella entonces, porque en momentos así todos escuchamos con alegría cualquier palabra de consuelo y nos contentamos con una sombra de justificación.

"Yo le quiero a él, pero esto pasará, esto tiene que pasar. Es imposible que no pase, está pasando ya, lo siento... ¿ Quién sabe? Quizá termine hoy mismo, porque le odio, porque se ha reído de mi, mientras que usted ha llorado aquí conmigo."

¿Quién sabe si quizá todo el amor mío no fue más que un engaño de los sentidos, de la fantasía?

Pero ya sabe usted que quien ama no recuerda largo tiempo el agravio