El poema nace en ti
por innumerables silencios compartidos,
por la vertiginosa estrechez
de cada sueño roto.
El poema nace en ti, y luego me habita
en un régimen de ausencias,
como huella en nieve derretida.
Con un calor de atrás
el humo de la estancia sonríe,
presencia de vapor, hoja de otoño,
cruje el sol de esta inflamada ruina:
palabras que se tambalean
en la cuerda floja de una realidad sin hora.
A menudo tus ciudades olvidan
la casa donde reposa el poema.
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