17 abril, 2007

Fallece Santiago Lloret Gambín en el geriátrico de Torrevieja

Fallece Santiago Lloret Gambín en el geriátrico de Torrevieja.

Aquí dejo una reseña tomada de una conferencia de José Luis Zerón hace unos años, en la que repasando los años de trayectoria de la revista "empireuma" esboza una breve semblanza de Santiago.

Como anecdotario por mi parte decir que no conocí a este hombre, aunque de pequeño quizá lo haya visto alguna vez; hace cinco años una parte de su extensa biblioteca y herencia literaria fue a parar a mi casa por azares del destino, yo me asombré ante semejante revoltijo de libros usados, nunca supe quién había sido capaz de almacenar tanta literatura sin salir de este pueblo. Hace unas horas que hablé con Zerón para comentarle, me ha dicho que colaboró en el primer número de empireuma. Me ha estado contando como se asombró ante la preparación que tenía Santiago, quizá su avidez crítica ante lo externo y su minuciosidad irritable lo convertían en un tipo extravagante y algo difícil. Se trataba de una persona totalmente autodidacta que era capaz de hablar de las vanguardias cuando nadie sabía lo que era eso en ningún rincón de la Vega Baja. En fin, quizá tenga un día su merecido homenaje literario porque su repercusión intelectual en esta zona para gran alivio mío, ha sido constatada al escuchar esta tarde a Zerón.

El anecdotario se ha alargado un poco, esta es la reseña que os decía:

"También recuerdo con mucho cariño a Santiago lloret Gambín, articulista, pensador y poeta ocasional. Su robustez, su piel tostada y áspera y cierto desaliño en el vestir conformaban una apariencia muy alejada de la imagen canónica del intelectual. Tenía un carácter hosco, pero cuando reía lo hacía con una risa clara y transparente. Era un heterodoxo hasta en su militancia comunista, ya que su ideología estaba más cerca del socialismo utópico de Fourier o el pensamiento de Rousseau que de Marx. Su exquisita sensibilidad y su imponente cultura, así como una inquebrantable independencia le creó problemas con sus correligionarios. No sé si al final lo echaron del partido.Verdaderamente era un hombre lleno de contrastes: tenía una lengua afilada,pero derrochaba ternura: sarcástico e ingenuo a partes iguales. Ateo reclacitrante y amante de la poesía mística , en especial la de Santa Teresa de Jesús. Lo mismo traducía a Hesíodo o Virgilio que a Whitman o Ezra Pound. Era un filósofo provinciano que abominaba del aldeanismo. Santiago vivía con su madre en Cox y todos los días de desplazaba a Orihuela en su vieja bicicleta. Después de la habitual visita a la Biblioteca pública, donde recababa información para sus trabajos de Canfali, se dirigía a la redacción de este semanario, situada en un viejo edificio de La Corredera. En las oficinas de Canfali me lo presentó Eduardo López Egío. Santiago me estrechó la mano con ligereza y siguió en lo suyo, pero cuando nos oyó hablar a Eduardo y a mí acerca del título escogido para la revista, levantó la vista de los papeles y dijo con suficiencia: “os sugiero un nombre mejor: Bodrio”, y se quedó tan campante.
Cuando salió el número 0 de Empireuma, Santiago nos envió una carta en la que nos ofrecía su apoyo incondicional. Acompañaba a la misiva un poema extenso (perteneciente a su libro inédito “Los trabajos y los días”) que publicamos en el número 2 . A partir de entonces surgió entre nosotros una honda amistad y Empireuma ganó un generoso colaborador.
Cuando me casé, Santiago empezó a frecuentar mi casa. Un sábado se presentó inesperadamente a la hora de comer. Con prisas y visiblemente nervioso nos entregó a Ada y a mí varias bolsas de libros de su biblioteca -casi todos de poesía-,y nos dijo que su salud se había deteriorado y que iban a internarlo para hacerle unas pruebas. Sus palabras nos sonaron a despedida definitiva. Y así fue. Ya no lo volvimos a ver. Creo recordar que fue durante el verano de 1993. Meses después supimos que estaba internado en un geriátrico aquejado de una enfermedad degenerativa. No sé qué se hizo de aquel entrañable librepensador, pero creo que algún día habría que recopilar en un libro toda su obra escrita, la inédita y la dispersa en revistas y periódicos."