31 enero, 2006

Estas rocas peladas por el frío
que miras sin reparar en un cielo desgarrado;
hoy que los años te escupen
sobre la memoria,
hoy que los años la nieve barre entre el romero;
puedes sentir el temblor de un niño
que sabe apedrear el aire.

30 enero, 2006

el mar
no termina donde señala el horizonte,
tenemos los ojos cansados,
arrastramos como un olvido permanente
de todo lo que nos aleja

27 enero, 2006

CONSEJOS A LOS JOVENES LITERATOS Charles Baudelaire

Los preceptos que se van a leer son fruto de la experiencia; la experiencia implica una cierta suma de equivocaciones; y como cada cual las ha cometido –todas o poco menos-, espero que mi experiencia será verificada por la de cada cual.

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DE LA SUERTE Y DE LA MALA SUERTE EN LOS COMIENZOS

Los jóvenes escritores que hablando de un colega novel dicen con acento matizado de envidia: "¡Ha comenzado bien, ha tenido una suerte loca!", no reflexionan que todo comienzo está siempre precedido y es el resultado de otros veinte comienzos que no se conocen.
... creo más bien que el éxito es, en una proporción aritmética o geométrica, según la fuerza del escritor, el resultado de éxitos anteriores, a menudo invisibles a simple vista. Hay una lenta agregación de éxitos moleculares; pero generaciones espontáneas y milagrosas jamás. Los que dicen: "Yo tengo mala suerte", son los que todavía no han tenido suficientes éxitos y lo ignoran.
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Libertad y fatalidad son dos contrarios; vistas de cerca y de lejos son una sola voluntad. Y es por eso que no hay mala suerte. Si hay mala suerte, es que nos falta algo: ese algo hay que conocerlo y estudiar el juego de las voluntades vecinas para desplazar más fácilmente la circunferencia.
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DE LOS SALARIOS

Por hermosa que sea una casa es ante todo —y antes de que su belleza quede demostrada— tantos metros de frente por tantos de fondo. De igual modo la literatura, que es la materia más inapreciable, es ante todo una serie de columnas escritas; y el arquitecto literario, cuyo sólo nombre no es una probabilidad de beneficio, debe vender a cualquier precio. Hay jóvenes que dicen: "Ya que esto vale tan poco, ¿para qué tomarse tanto trabajo?" Hubieran podido entregar trabajo del mejor; y en ese caso sólo hubieran sido estafados por la necesidad actual, por la ley de la naturaleza; pero se han estafado a sí mismos. Mal pagados, hubieran podido honrarse con ello; mal pagados, se han deshonrado. Resumo todo lo que podría escribir sobre este asunto en esta máxima suprema, que entrego a la meditación de todos los filósofos, de todos los historiadores y de todos los hombres de negocios: "¡Sólo es con los buenos sentimientos con los que se llega a la fortuna!"
Los que dicen: "¡Para qué devanarse los sesos por tan poco!" son los mismos que más tarde quieren vender sus libros a doscientos francos el pliego, y rechazados, vuelven al día siguiente a ofrecerlo con cien francos de pérdida. El hombre razonable es el que dice: "Yo creo que esto vale tanto, porque tengo genio; pero si hay que hacer algunas concesiones, las haré, para tener el honor de ser de los vuestros".


DE LAS SIMPATÍAS Y DE LAS ANTIPATÍAS


En amor como en literatura, las simpatías son involuntarias; no obstante, necesitan ser verificadas, y la razón tiene ulteriormente su parte. Las verdaderas simpatías son excelentes, pues son dos en uno; las falsas son detestables, pues no hacen más que uno, menos la indiferencia primitiva, que vale más que el odio, consecuencia necesaria del engaño y de la desilusión. Por eso yo admiro y admito la camaradería, siempre que esté fundada en relaciones esenciales de razón y de temperamento. Entonces es una de las santas manifestaciones de la naturaleza, una de las numerosas aplicaciones de ese proverbio sagrado: la unión hace la fuerza. La misma ley de franqueza y de ingenuidad debe regir las antipatías. Sin embargo, hay gentes que se fabrican así odios como admiraciones, aturdidamente. Y esto es algo muy imprudente; es hacerse de un enemigo, sin beneficio ni provecho. Un golpe fallido no deja por eso de herir al menos en el corazón al rival a quien se le destinaba, sin contar que puede herir a derecha e izquierda a alguno de los testigos del combate. Un día, durante una lección de esgrima, vino a molestarme un acreedor; yo lo perseguí por la escalera, a golpes de florete. Cuando volví, el maestro de armas, un gigante pacífico que me hubiera tirado al suelo de un soplido, me dijo: "¡Cómo prodiga usted su antipatía! ¡Un poeta! ¡Un filósofo! ¡Ah, que no se diga!" Yo había perdido el tiempo de dos asaltos, estaba sofocado, avergonzado y despreciado por un hombre más, el acreedor, a quien no había podido hacer gran cosa. En efecto, el odio es un licor precioso, un veneno más caro que el de los Borgia,pues está hecho con nuestra sangre, nuestra salud, nuestro sueño ¡y los dos tercios de nuestro amor! ¡Hay que guardarlo avaramente!


DEL VAPULEO

El vapuleo no debe practicarse más que contra los secuaces del error. Si somos fuertes, nos perdemos atacando a un hombre fuerte; aunque disintamos en algunos puntos, él será siempre de los nuestros en ciertas ocasiones.
Hay dos métodos de vapuleo: en línea curva y en línea recta, que es el camino más corto. (...) La línea curva divierte a la galería, pero no la instruye.
La línea recta... consiste en decir: "El señor X... es un hombre deshonesto y además un imbécil; cosa que voy a probar" -¡y a probarla!-; primero..., segundo..., tercero...etc. Recomiendo este método a quienes tengan fe en la razón y buenos puños.
Un vapuleo fallido es un accidente deplorable, es una flecha que vuelve al punto de partida, o al menos, que nos desgarra la mano al partir; una bala cuyo rebote puede matarnos.


DE LOS MÉTODOS DE COMPOSICIÓN

Hoy por hoy hay que producir mucho, de modo que hay que andar de prisa; de modo que hay que apresurarse lentamente; pues es menester que todos los golpes lleguen y que ni un solo toque sea inútil. Para escribir rápido, hay que haber pensado mucho; haber llevado consigo un tema en el paseo, en el baño, en el restaurante, y casi en casa de la querida. (...) Cubrir una tela no es cargarla de colores, es esbozar de modo liviano, disponer las masas en tono ligero y transparentes. La tela debe estar cubierta –en espíritu- en el momento en que el escritor toma la pluma para escribir el título. Se dice que Balzac ennegrece sus manuscritos y sus pruebas de manera fantástica y desordenada. Una novela pasa entonces por una serie de génesis, en los que se dispersa, no sólo la unidad de la frase, sino también la de la obra. Sin duda es este mal método el que da a menudo a su estilo ese no se qué de difuso, de atropellado y de embrollado, que es el único defecto de ese gran historiador.


DEL TRABAJO DIARIO Y DE LA INSPIRACION
(...)
Una alimentación muy sustanciosa, pero regular, es la única cosa necesaria para los escritores fecundos. Decididamente, la inspiración es hermana del trabajo cotidiano. Estos dos contrarios no se excluyen en absoluto, como todos los contrarios que constituyen la naturaleza. La inspiración obedece, como el hombre, como la digestión, como el sueño.(...) Si se consiente en vivir en una contemplación tenaz de la obra futura, el trabajo diario servirá a la inspiración, como una escritura legible sirve para aclarar el pensamiento, y como el pensamiento calmo y poderoso sirve para escribir legiblemente, pues ya pasó el tiempo de la mala letra.


DE LA POESIA

En cuanto a los que se entregan o se han entregado con éxito a la poesía, yo les aconsejo que no la abandonen jamás. La poesía es una de las artes que más reportan; pero es una especie de colocación cuyos intereses sólo se cobran tarde; en compensación, muy crecidos. Desafío a los envidiosos a que me citen buenos versos que hayan arruinado a un editor.
(...)
¿Por lo demás, qué tiene de sorprendente, puesto que todo hombre sano puede pasarse dos días sin comer, pero nunca sin poesía? El arte que satisface la necesidad más imperiosa será siempre el más honrado.


DE LAS QUERIDAS

Si quiero acatar la ley de los contrastes, que gobierna el orden moral y el orden físico, me veo obligado a ubicar entre las mujeres peligrosas para los hombres de letras, a la mujer honesta, a la literata y a la actriz; la mujer honesta, porque pertenece necesariamente a dos hombres y es un mediocre pábulo para el alma despótica de un poeta; la literata, porque es un hombre fallido; la actriz, porque está barnizada de literatura y habla en "argot"; en fin, porque no es una mujer en toda la acepción de la palabra, ya que el público le resulta algo más preciosos que el amor.
(...)
Porque todos los verdaderos literatos sienten horror por la literatura en determinados momentos, por eso, yo no admito para ellos –almas libres y orgullosas, espíritus fatigados que siempre necesitan reposar al séptimo día-, más que dos clases posibles de mujeres: las bobas o las mujerzuelas, la olla casera o el amor. –Hermanos, ¿hay necesidad de exponer las razones?


15 de abril de 1846

25 enero, 2006

Bob el rabino



Habían transcurrido unos 5 años desde aquel accidente de moto que le mantuvo apartado de los escenarios, en aquel momento todo el mundo pensó que se había acabado para siempre el personaje, la prensa especulaba, y se llegaron a oír cosas tan disparatadas como que tenía una enfermedad incurable y que en pocos meses moriría. La verdad es que nadie sabía absolutamente nada de su paradero y ni siquiera era seguro que volviese a agarrar una guitarra, pero de ahí a todo lo que se oía por entonces era demasiado.


Un buen día alguien con pinta de rabino vino a visitarme, en un principio pensé que se trataba de un practicante budista que acababa de llegar del Tíbet o tal vez un miembro de la comunidad judía ampliamente repartida por esta zona, una tenue barba recorría la parte inferior de sus mandíbulas, comenzó a hablarme del Renacimiento, del esplendor de Roma, estaba obsesionado con volver a las raíces, decía que había viajado por Europa y que allí nadie fue capaz de comprender sus nuevas expresiones, su voz era electrizante pero más profunda, todos me abucheaban por allí decía, estaba decidido a sentarse en la mecedora durante una larga temporada y balancearse tranquilamente al ritmo de un sheriff sin trabajo con las botas cruzadas encima de la mesa.
los clásicos del futuro son los iconoclastas de hoy

16 enero, 2006

en torno al poema y al poeta

Todo poema es una búsqueda, incluso cuando uno tiene la sensación de que no está buscando nada, en realidad hay algo que va al encuentro. Una idea, una sensación hecha pedazos en el subconsciente. Letras, palabras, frases, oraciones demasiado complicadas. Hasta llegar a un punto que uno cree final, culminante, pero que en realidad sigue siendo el de partida. Así que somos permanentes buscadores, innatos, lo queramos o no, lo creamos o no.

Todo poema es un encuentro, del autor con el lector, del autor con el libro, con el propio poema. Consigo mismo por supuesto, es obvio.

Ya tenemos el poema como búsqueda-encuentro, ahora hay que seguir. No puede uno quedarse en la simple expresión, poema búsqueda - poema encuentro, intercambio interior y exterior, mera intimidad del poeta. Llega un momento en que esas palabras están afuera, fuera de uno mismo, en el exterior, material y espiritualmente, también de un modo irracional que no responde a parámetros establecidos por el autor, o tal vez sí. Es posible que conscientemente haya esparcido algunos signos más o menos ocultos, como una especie de guiño selecto destinado a escasos voyeurs de su literatura, en muchos otros casos su inconsciente juega con el poema sin que él mismo sea capaz de advertirlo. De un modo o de otro, la cuestión es que sólo la conciencia del lector podrá albergar tales matices, contribuyendo – si fuera el caso- al enriquecimiento del poema: es la recreación ocular de una obra que se ha liberado de su propio autor, que se ha rebelado contra sus raíces, revelándose a sí misma ante los ojos de ese lector inteligente. De este modo se trasciende, y el poema vuela y nunca es el mismo.


La otra cara de la moneda se llama poeta, es habitual que lea su propia obra y que ésta le resulte distante, ajena. Es extraño, parecido a lo que sentiría aquel niño huérfano que ya mayor descubre a su verdadero padre y le visita. Inevitablemente se dibuja una mezcla de asombro y repulsión en la mirada de ese ser poeta, que ni siquiera la sombra de los años puede curar.

Pero creo que se trata de un error, porque en esa caducidad del momento nadie debería cargar con el padre, con el poema, ellos no deben significarles absolutamente nada al genio, un artista no puede permanecer en un estanque ¿qué sentido tendría? el río debe seguir fluyendo por sus cauces habituales e incluso en ocasiones enfurecerse, formar accidentes, riachuelos, lagos en calma, afluentes. Porque alabar a un muerto desgasta, y es antinatural. A un escritor así siempre le faltará el aliento, la levedad del aire pesa demasiado en sus ojos. Cualquier día se pondrá delante de su cuaderno con una idea de polvo y los dedos de las manos se le desharán en tristes cenizas, nadie querrá contemplar su cadáver.

14 enero, 2006

Lo real son las huellas que permanecen sobre el tiempo, el peso de la gravedad con nombre y apellidos, la costumbre recordada, la lumbre que deshizo el misterio de una soledad extraña, nunca los signos, nunca la palabra o la imagen, apariencias manchadas de lluvia o de nieve.

13 enero, 2006

Tiempo en las venas y en los ojos sangre
porque respirar duele más que un beso.

06 enero, 2006

Lujuria sentimental

Lujuria sentimental,
eso es lo que se siente al llegar a casa,
no sabe uno si prefiere un buen polvo
o simplemente un hombro sólido
sobre el que poder apoyarse,
echarte de menos con calentura,
ternura sin abrazo ni coito
en la fría soledad
de cualquier noche como ésta.

04 enero, 2006

Adiós dulce globo, adiós.

Entonces por qué no aparece entre el luto su risa esta noche que roza el amanecer, yo sigo de pie frente a ella, muchos son los caminos que ha trazado la memoria, más extensos todavía los desiertos que la imaginación ha desentrañado tan solitaria y remota, no hay excusas para entrar así en el año, tampoco hay nada que lo justifique, un abrazo, el comedido beso de felicitación porque algo nuevo ha empezado tal vez, tres paquetes de tabaco, no es más que otro año, una parada 0 del Bus invierno a mitad de trayecto, nada de realismo, mucho menos quiero escuchar la palabra utilidad, sólo sé que estoy despierto, que vivo, y estoy enfrente de todo lo que he modelado, como si la vida me esculpiese - no escupiese, aunque también- a su imagen y semejanza, y ya no soy este arte de escribir poesía, esta cara perdida de nostalgia o melancolía, esta chaqueta de pana que esconde un cuerpo que tiembla por abrazarse a algo con signos de tierra, con leyenda de animal sólido, anclado en el mundo, necesito algo así que me sostenga, soy algo menos, porque las cosas están afuera y giran vertiginosamente, y mi talento - si es que alguno me queda- ya ha engullido sobradamente toda esa vorágine de transeúntes y comercios atestados, de calles solitarias y parque otoñales, de parejas ajenas, de familias ajenas, de niños ajenos que soy yo huérfano de ese calor con raíces, empachado de saber con afeites de actualidad y sentido, temática de un poema cotidiano con aires de elevación, tal vez demasiado inquieto y superficial os lo digo, quizá falso, sólo por ello da tedio seguir encauzando versos, buenos o malos, no quiero mentirle más a ese niño que perdido entre el gentío de la fiesta piensa que su voz y su alegría viven eternamente con aquel globo que se eleva desapareciendo en lo más alto del cielo, lejos de los adultos, odio ese tio vivo absorbente y sin sentido que es a veces la vida donde todos los caballitos están estropeados de soportar el peso de la muchedumbre, sólo quiero abrazarme a la tierra por una vez, y ya siempre: una mano fértil, cálida, suave y auténtica como la de la madre cogiendo al niño para que se olvide de su dulce globo; unos ojos profundos, de verdad, que digan aquí estoy y no me voy a ir, te estoy cosiendo los pies al suelo para que no te caigas por arriba como solías hacer antes de mí, cuando no existías en el mundo; un vientre terso con perlas bajo el ombligo insinuándose como un nuevo tesoro cuyo interior han desentrañado todos los hombres a lo largo de la historia de la humanidad; he de quedarme aquí, ya no estoy de paso, de mí no esperen más que el esqueleto podrido de un jugador con palabras entre las manos admirando a todos los perdedores que tras la partida comparten pan y lecho con sus familiares, no me colgaré en los laureles de la distancia sin nombre, voy a vomitar de tanto cotillón celeste, de incomprendidos ritmos para la posteridad y otras formas minoritarias partidarias de que me quede solo en las alturas, compartiendo mi globo con las nubes.