29 marzo, 2011

Las herejías privadas (Luis Antonio de Villena)


Ni memoria ni olvido


de Las herejías privadas

Yo quise olvidar, estoy seguro. Incluso
aceleré tanto los caballos lujosos de mi vida
que pude haber llegado más allá del olvido.
Pero si hay arte en olvidar, cuando el recuerdo
vuelve, no como nostalgia sino cual boca viva,
también ha de haber arte en no sucumbir
a esa trepidación de odio, tristeza y futuro
que es el recuerdo no deseado, aquel garfio
que resultó, a la postre, más potente que la fantasía.
Quise olvidar. Quise tapar al niño negro que fui,
a esas tardes tan tristes, a los días violentos,
al extraño odio de unos camaradas de piedra...
Quise habitar un palacio de olvido. Y no pude.
Afortunadamente, dioses, no he podido. Pues si
es un arte olvidar, también lo es (y terrible)
volver virgen a morder aquella fruta podrida.


Epílogo

de Las herejías privadas

Alguna vez lo ascendiste todo en exceso.
(Y es bueno que muchas cosas sigan siempre elevadas...)
Ahora no debieras, con similar error, bajarlo en demasía.
La desdicha no es pobreza
y una clase pulcra nunca rozó el lumpen.
No te vistas con adornos contrarios.
Hubo un barrio y existieron los años de 1950.
Pero a ti te traían regalos los Magos de Oriente.
Viviste - allá - un paraíso pequeño...
Luego aprendiste, después, a caminar los palacios.
No, no fuiste un rey. Tampoco un mendigo.
Pero el daño es otra cosa, sí. El daño es un río
más sucio y más hondo, pestilente...
Sólo la sociedad está enferma.




Las herejías privadas (2001)
El que habla es un niño adulto. Un casi adolescente rescatado, vuelto. Un fugitivo que regresó de otro espacio. Habla de la hondura, de sombras y de alguna costumbre pretérita. Y construye. Algo construye. Porque toda memoria es construcción: la brillante (aquí algo opacada) y la oscura, que se formó en la ternura también. Es éste un libro contra la culpa y contra el daño. Inútilmente a favor de la libertad grande, de la altura moral, de un mundo distinto. (Hay que rehacer el mundo, reinventarlo, necesariamente rehacer el mundo...)

http://www.luisantoniodevillena.es/

06 marzo, 2011

Es cierto, me hubiese gustado amarte
una tarde cualquiera,
cuando tu nombre fue Beatriz
y Dante nos vestía de dios en el espejo.