04 enero, 2006

Adiós dulce globo, adiós.

Entonces por qué no aparece entre el luto su risa esta noche que roza el amanecer, yo sigo de pie frente a ella, muchos son los caminos que ha trazado la memoria, más extensos todavía los desiertos que la imaginación ha desentrañado tan solitaria y remota, no hay excusas para entrar así en el año, tampoco hay nada que lo justifique, un abrazo, el comedido beso de felicitación porque algo nuevo ha empezado tal vez, tres paquetes de tabaco, no es más que otro año, una parada 0 del Bus invierno a mitad de trayecto, nada de realismo, mucho menos quiero escuchar la palabra utilidad, sólo sé que estoy despierto, que vivo, y estoy enfrente de todo lo que he modelado, como si la vida me esculpiese - no escupiese, aunque también- a su imagen y semejanza, y ya no soy este arte de escribir poesía, esta cara perdida de nostalgia o melancolía, esta chaqueta de pana que esconde un cuerpo que tiembla por abrazarse a algo con signos de tierra, con leyenda de animal sólido, anclado en el mundo, necesito algo así que me sostenga, soy algo menos, porque las cosas están afuera y giran vertiginosamente, y mi talento - si es que alguno me queda- ya ha engullido sobradamente toda esa vorágine de transeúntes y comercios atestados, de calles solitarias y parque otoñales, de parejas ajenas, de familias ajenas, de niños ajenos que soy yo huérfano de ese calor con raíces, empachado de saber con afeites de actualidad y sentido, temática de un poema cotidiano con aires de elevación, tal vez demasiado inquieto y superficial os lo digo, quizá falso, sólo por ello da tedio seguir encauzando versos, buenos o malos, no quiero mentirle más a ese niño que perdido entre el gentío de la fiesta piensa que su voz y su alegría viven eternamente con aquel globo que se eleva desapareciendo en lo más alto del cielo, lejos de los adultos, odio ese tio vivo absorbente y sin sentido que es a veces la vida donde todos los caballitos están estropeados de soportar el peso de la muchedumbre, sólo quiero abrazarme a la tierra por una vez, y ya siempre: una mano fértil, cálida, suave y auténtica como la de la madre cogiendo al niño para que se olvide de su dulce globo; unos ojos profundos, de verdad, que digan aquí estoy y no me voy a ir, te estoy cosiendo los pies al suelo para que no te caigas por arriba como solías hacer antes de mí, cuando no existías en el mundo; un vientre terso con perlas bajo el ombligo insinuándose como un nuevo tesoro cuyo interior han desentrañado todos los hombres a lo largo de la historia de la humanidad; he de quedarme aquí, ya no estoy de paso, de mí no esperen más que el esqueleto podrido de un jugador con palabras entre las manos admirando a todos los perdedores que tras la partida comparten pan y lecho con sus familiares, no me colgaré en los laureles de la distancia sin nombre, voy a vomitar de tanto cotillón celeste, de incomprendidos ritmos para la posteridad y otras formas minoritarias partidarias de que me quede solo en las alturas, compartiendo mi globo con las nubes.

1 comentario:

Anónimo dijo...

es precioso!!, para ser un adulto feliz has de pisar la tierra y amarla sin dejar que te arrebaten la inocencia,quien la confunde con estupidez es el primero en la lista de la desdicha.