19 febrero, 2008

El único intento


Seducere es un antiguo verbo romano que quiere decir llevar a un lugar apartado. Atraer hacia sí fuera del mundo. Ser dux aparte. El reino de otro mundo.
Seducir es lo contrario de desposar.
En romano, casarse se dice ducere, llevar. Ducere uxorem domun, llevar a la esposa a su casa.
Por el contrario, se-ducere es separar a una mujer del domus, es llevarla a un lugar apartado,en la separación, en el secreto, en el secretus, primero "fuera de sí", luego, "lejos de los demás".

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Si uno dice "te quiero", la frase provoca un trastorno en la relación que la lleva a donde la palabra quiere expresar.
Es la palabra que abre el alma en el cuerpo. No es el cuerpo.
Es la littera que desencadena.
Des-encadenar. Desencadenar del vínculo social precedente. Librar de la influencia precedente. Alejar a la infancia de la órbita del astro familiar..

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Argumento. Un hombre no atraviesa la manifestación del lenguaje para abandonarla tras de sí como un vehículo. No dejo el lenguaje en la silla cuando dejo en ella mi libro. No es ropa. El lenguaje es la persona de los hombres, pero también la mediación de la sociedad. De un extremo a otro de la polarización que opone al individuo y al grupo, es el mundo de su experiencia humana.
Pero, en el cuerpo, el lenguaje no es la carne.
Es difícil vivir sin el lenguaje. Hace tiempo pasé por esta prueba, negándome a consentir a la tela de araña del parentesco y dejarme engañar por sus ritos.
Es algo imposible para los hombres.
Pero hay que subrayar este punto rara vez observado: no es fácil vivir en el lenguaje. Muchos se ahogan en él. La sociedad no considera ni por un momento a esos ahogados como hombres enfermos de abstracción mortal, a semejanza, en el otro polo, de los místicos. Incluso les reserva la acogida y las alabanzas que merece la obediencia total.
El lenguaje en sí es sumamente fascinante, y sus leyes son invasoras y tanto más imperiosas cuanto que forman la sociedad de la sociedad (el núcleo del imperium)

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Uno tiene que aceptar ser hijo de sus sueños si quiere llegar a habitar las moradas de los sueños. Aquellos cuya voluntad rige la conducta, los que se presentan como los padres de los días que gobiernan, los que se jactan de dominar sus decisiones, ignoran la impresión que viene del mundo que los precede y que los ha sometido a sus influencias y a sus modas. Negándose a ser los siervos de impulsos ridículos, se sustraen poco a poco a cualquier contacto con la vida que los rodea y que prosigue cada vez menos dentro de ellos y, para acabar, ya no saben cuál es el camino y dejan de estar vivos y se deslizan en la muerte aunque el hálito aún los anime y la sangre los siga irrigando.
Son los fantasmas.

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Argumento. El destino es la narración vital de la que no hay manera de escapar.
Ejemplo:la lengua materna (la influencia de la lengua nacional es un destino).

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Corolario. Como nuestro nombre, nuestro destino (esa narración que nos ha envuelto el alma en pañales hasta el punto de trabar ciertas aptitudes) es una historia que nuestros colosales interlocutores (los que nos concibieron en el transcurso de una escena en la que no estábamos aunque siempre creamos más o menos haberlos sorprendido en ella) nos han prestado..
Un día tenemos que elegir un nombre y escribir un cuentecillo que se aparta de la historia recibida y que sólo estaba ahí esperando que llegasen el pensamiento y el lenguaje.
Es lo que entonces llamamos nuestra vida.

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La vida de cada uno de nosotros no es una tentativa de amar. Es el único intento.

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¿Qué lazo existe entre los seres que hablan? Sólo la nada, el sentido, la esperanza semántica, la melancolía.
¿ Qué lazo hay entre los seres vivos sexuados, que nacen y mueren, que se renuevan mediante la muerte personal y a través de una escena que no es visible para ellos? Ni la palabra sola, que los convertiría en fantasmas, ni la muerte sola, que los convertiría en cadáveres, ni el goce masculino del apareamiento, que los convertiría en animales.
Queda el amor. Eso es el amor: ese resto indecible que no puede mostrarse. De ahí vienen los dos tabúes del lenguaje y de la luz.
Indecible: el lenguaje está prohibido.
Que no puede mostrarse: lo visible es tabú.

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