Fuimos caníbales, pudimos sentir
el placer de morder un corazón caliente
y nos dejamos devorar el alma
en carne viva.
Anhelamos hoy desenterrar los huesos,
rescatar la esencia del golpe
que hizo de nosotros animales.
Y entre las ruinas buscamos
el tuétano, la médula sangrante
que pueda resucitar a la bestia.
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