28 junio, 2008

ESPECULO

Una trama complicada no, una buena forma de hacer lo simple bello...
Dos bicicletas se pierden a lo lejos, entre la silueta de la colina y el color anaranjado del anochecer se van haciendo más y más pequeñas. Dentro, con las ventanas ya cerradas, me perturba el estruendo de la música estival. Hay una gran fiesta para todos a la que ninguno de nosotros hemos sido invitados personalmente, sin embargo uno por uno vamos acudiendo a presenciar el espectáculo multitudinario. La tristeza que dejan entrever los cuerpos que bailan sólo puede admirarse en la distancia anónima del admirador secreto. Recuerdo cuando la música sonaba desde más lejos, cuando ninguno de nosotros sentía que lo señalaban con el dedo si eran las doce de la noche de un Sábado y se encontraba solo en casa, hay veces que la necesidad crea el sentimiento y las modas acaban por influir en nuestros corazones. Hoy ya resulta muy difícil no sentir que la vida se escapa cuando hablan de viajar así o de salir a celebrar la muerte en la nocturnidad frugal y efímera del placer instantáneo, vivir la vida para la gran masa. Olvidé que una vez tuve una bicicleta y un amor, sabía leer entre colinas la dimensión de algunos árboles escasos que estoicamente resistían al paso del tiempo en un clima desértico no apto para sus naturalezas, eran viejos nobles estáticos que habían visto pasar a todas las generaciones de esta zona, inspiraban un respeto legendario que rara vez volví a experimentar más adelante. Hay una gran fiesta ahí afuera, como en una competición cualquiera se trata de comprobar quién es el tipo capaz de hacerlo todo más complejo. Se busca la trama más complicada, el viaje imposible, el giro esperpéntico. Hay un ruido monótono y repetitivo que pueden oír hasta los sordos, en una callejuela he visto un rótulo a modo de publicidad subliminal en el que se puede leer “todo el mundo está invitado a opinar” Está pues todo preparado para que el disparate bíblico de la torre de babel empiece, me acomodo en el sillín y pedaleo entre colinas silenciosas y naranjas, en mi trayecto aprovecho el guirigay para avanzar sin prisas por senderos olvidados, hay una viva desolación de parajes que contrasta con la rica algarabía infértil del centro de la ciudad. Las siguientes líneas no son más que un reflejo simple del bello abismo que cada individuo esconde, cada uno de vosotros late aquí frente a la soledad en el espejo. No temáis si os veis ridículos a lo largo de la narración (sé que muchos de vosotros estáis acostumbrados a veros como queréis y nunca como fuisteis y sois) Sé que gran parte de vosotros no soportará el temor de la propia finitud lejos de la apoteosis cotidiana. Doy por hecho que habrá quienes atacados por el odio habrán de increparme con su juicio racional y pondrán el grito en el cielo para que la verdad no salga a la luz, la censura sutil y colectiva del siglo xxi aparca en carreteras secundarias todo lo que no quiere ver dentro de su propio tiempo; a un nivel más personal esto significa que muchos de vosotros acabaréis tirando piedras contra este espejo porque no podéis soportarlo. Solo un observador privilegiado puede sobrevivir a la alienación colectiva, desenmascararse y recobrar sus propios ojos para vivir como al principio, con su propio genio natural.

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