17 enero, 2007

poética

El arte es sagrado, su origen está siempre más allá del hombre que lo incorpora al mundo, quiera o no quiera, sepa o no sepa reconocerlo el artista. "El arte es religión, la religión arte, no relacionados, sino la misma cosa", afirma Amanda Coomaraswamy. Y en efecto, el místico y el artista están muy próximos, los dos han tenido un vislumbre del Misterio que los crea y los gobierna y, a partir de ese momento, se interesan tan sólo por la Verdad, por la Verdad del Arte, por la Verdad de la Vida, por eso no pueden fabular, sino atender, por eso no pueden construir, sino desvelar. El poeta es un bhakta, un devoto, un adorador, porque sabe que lo debe todo, que su misma posibilidad de ser depende por completo de la Gracia. Ha visto que no tiene nada propio que le sirva, y así renuncia a sus palabras muertas y yace a los pies de su Señora con arrobo, la atiende y la propicia, suspirando por una sola de sus palabras vivas: por una lágrima tuya, qué alegría, me dejaría matar.

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