Le perdí la cara al sentido en esa calle,
un primer instante de soledad estúpida
me dejó huérfano por culpa de tus ojos
que ya no estaban, así fue durante miles de días,
aprendí a mirarme en los escaparates
y a distinguir los labios de la sed,
hubo tiempo para recomponer la ausencia
hasta que un ciego señaló la luz
y dijo basta,
terminó
el espontáneo baile de máscaras,
ya no sueño en las fiestas,
recuerdo algún nombre que se parece al tuyo,
recuerdo que no me acuerdo de nadie
y tiemblo de impaciencia
por besar el bourbon.
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