Deseo atroz, el mar
es una calma rota,
quise apresar los barcos
bajo una luz remota
y se hizo noche la vida.
La hiel de los adioses
me apartó en la esquina,
y qué solo se sintió
aquel blando corazón de nube.
Rebusqué en la miel
de las estrellas solas
cuando la vieja luna
me clavó su estaca
y un gato mordió los ojos de la carne.
Deseo abolido ya en su nacimiento,
espasmo de pupila antigua
que anhela desahuciarme,
casa de piel abandonada.
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