Manchado de azul
sospecho de tus botas
hechas para pisar la tarde,
hay gaviotas aplastadas contra este asfalto gris
y ridículas razones dentro de un café
que el desasosiego traga cotidiano.
Labios monótonos que anhelan enterrarme
con su pulcra estadística,
su ley abstracta ajena al vuelo sin maldad
de un pájaro extraviado
que ha olvidado mover sus alas.
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