Entender el azul que late en otras vidas,
entender desde una distancia razonable
como la que logras mantener ahora
(para no caer de lleno en el abismo),
es una tarea que no te corresponde.
Tropezar sí, día tras día con el tiempo
y caer, permaneciendo erguido,
en este agujero sin fondo
que desteje el sentido de existir.
No sé qué respuesta oculta hay
en las horas muertas que pasamos con nosotros.
Olvidada infancia que resurge
en caluroso despertar a la existencia,
para recomenzar después
en la cadena sorda de los días,
sin nadie ya sincero que escuche
este mudo experimento de vivir.
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