¿Quién dice cuánto vale
una onza de amor?
No el viento calmo de la noche,
ni la iracunda razón
de los amaneceres.
¿Quién dice dónde se puede comprar
poesía a buen precio?
No las sucursales
de la efímera palabra,
no la pose sin raíz ni fondo.
Nunca las apariencias de nieve en la playa,
sino el sol moribundo de la tarde
que asesina este metal oxidado.
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