Con el paso del tiempo
se relaja la vida,
y el arte cobija la llama
de un impulso ciego.
Ya nadie habla de sus ojos
con el dedo en la llaga,
se volvieron tan educados de repente
que tuve que aprender
a buscarte en los libros de la noche,
donde reposan mis muertos favoritos.
Comprendo que muchos estén de vuelta
ahora que sabéis
que por amor al arte no se come
y se sufre extraño el camino,
otros tantos como tú se engañan
al instalarse en colinas turinesas,
sanatorios alemanes o al enorme abrigo
de Giacomo Leopardi.*
He cruzado los límites de lo literario
y puedo afirmar
sin ningún tipo de razón
que estaba equivocado,
el arte no cobija nada
y todo late en existir.
Me lo dice el tiempo vivo
sobre la luz dichosa del poema
en la desnuda llama de tu cuerpo
que es verdad y presente tangible.
* notas al pie
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