olvidaremos las monedas
con las que compramos la ropa
y el alimento que nos sostiene,
los inoportunos adioses,
las heridas con marca, los rasguños
olvidaremos playas que nunca existieron,
estrellas de plástico en la noche inmensa,
labios como ráfagas de viento,
escrúpulos absurdos de carne mortal
olvidaremos a los hombres y mujeres
que quisieron adularnos, vendernos
como inocentes cromos
que hartos de arrastrarse por el suelo
nunca marcaron su verdadero precio
olvidaremos, olvidaremos quizá
que hemos perdido el rumbo de la historia,
que tenemos las manos atadas
a un vagón plagado de carteles
que ni siquiera nos preguntan
si queremos probar
el oleaje del olvido irá borrando
las huellas impertinentes del tiempo,
la falsa belleza de nubes pasajeras,
el suculento carmín de las ensoñaciones
solo quedará el origen puro
de aquella vida sin deseo,
un amanecer profundo y total
que no logramos recordar aquí
porque venimos desnudos a la tierra
queremos olvidar que somos feos
marcándonos un rumbo, direcciones
que la existencia espolea
mientras se burla de nosotros
siempre quedará esto,
el barro, la sangre,
el fuego de los años que laten sin voz,
sensitivas sutilezas
que tantas veces despreciamos
rumor que acaricias el agua
con tu espuma chispeante,
flor que tus pétalos derramas
y nos indicas el camino
olvidándonos así
de nuestra absurda importancia
sucias gaviotas se tambalean en el cielo
2 comentarios:
Y en el olvido de nuestro propio olvido siempre queda una tenue huella…
Me ha gustado tu milonga del olvido. La recordaré.
Besos.
Olvidaremos
que fuimos presos
de la vida
por un tiempo
y volveremos al barro
de la esquina
y al charco de la plaza
y no habrán,
gaviotas que enturbien
nuestros ojos.
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