04 agosto, 2012
18 mayo, 2012
Crecí entre libros olvidados
cerca del castillo musulmán,
donde amarillentos sabios crujían
contra la tierna soledad de aquellos
ojos.
Más tarde descubrí el fuego de la
vida
y con ahínco prendí las páginas
heridas de mi adolescencia,
esforzándome en balde por el ser humano
derroché todos aquellos años
como un auténtico suicida.
Los muertos preferidos me habían enseñado
que sus años de carne y hueso
habían resultado desastrosos
¡oh maestros inmortales!
En el temor confuso de vivir
languidecí entre las subrayadas páginas del
éter,
caí extrañado en la región ignota
de pájaros acristalados y grillos,
junto al lúcido peligro del hidalgo.
Pasado el tiempo que no pasa
y con el ánimo de los antiguos
me reencontré entero en una nueva
senda,
franqueé cárceles amables,
me despedí de los apacibles muros de piedra
que habían cobijado inútilmente
una esperanza de laurel.
Así fue como lo abandoné todo,
estaba escrito en la nutritiva piel del
silencio
y en todos los crucigramas reflectantes de este techo de cristal.
05 mayo, 2012
sin nombre (2009)
Al principio no tenías nombre,
y tu rostro era tan nuevo
que hasta los espejos se sentían extraños de mirarte.
Bajabas la ladera
despeinando a la noche entre miradas
y aquí, junto al aljibe seco,
te detuviste unos meses contra mi memoria
y me mataste.
entre libros y besos
fui forjando la palabra que no te definiera,
el amor que no significara,
la certeza de no hallar más que incertidumbre
en cada pliegue de esta finitud.
Pasaron los años con sus nombres y apellidos
intentando fraguar un concepto de ti,
y yo seguía
en la nube vorágine de días aplazados y sin tiempo
jugando con un pelo de onírico algodón
que aún late con sabor a paraíso
en cualquier lugar,
ajeno al movimiento lógico de la existencia.
y cualquier fecha
sirven de pretexto a lo que es fin
y origen diseminado, en el transcurso
de algo que se llama sin nombre
y sin verbo actúa
rompiendo las reglas naturales del lenguaje.
y tu rostro era tan nuevo
que hasta los espejos se sentían extraños de mirarte.
Bajabas la ladera
despeinando a la noche entre miradas
y aquí, junto al aljibe seco,
te detuviste unos meses contra mi memoria
y me mataste.
Y así fue que nací,
entre libros y besos
fui forjando la palabra que no te definiera,
el amor que no significara,
la certeza de no hallar más que incertidumbre
en cada pliegue de esta finitud.
Pasaron los años con sus nombres y apellidos
intentando fraguar un concepto de ti,
y yo seguía
en la nube vorágine de días aplazados y sin tiempo
jugando con un pelo de onírico algodón
que aún late con sabor a paraíso
en cualquier lugar,
ajeno al movimiento lógico de la existencia.
Porque cualquier lugar
y cualquier fecha
sirven de pretexto a lo que es fin
y origen diseminado, en el transcurso
de algo que se llama sin nombre
y sin verbo actúa
rompiendo las reglas naturales del lenguaje.
28 abril, 2012
le rêve est fini
Arráncale al
tiempo un deseo,
guárdalo en
un cofre de madera,
lanza tu
secreto al mar.
Naufragarás
en arrecifes con espinas,
sangrarán todos
tus miedos azules
hasta atisbar
alguna costa
donde la piel no ahoga las sombras del día.
Dirás esto no es lo que buscaba
y querrás volver,
volver una y otra vez, siempre
volver
al no
deseo, al no tiempo, al no arrancado ser.
Querrás no
haber partido
y las pirañas sordas masticarán
tu cerebro
con canciones idas y cuentos lejanos.
No podrás detener la luz que se te
escapa,
entre los dedos del náufrago
el agua salada intermitente se
enquista
con un sol de niño huérfano en
los ojos.
Relucirá en una postrera tarde
el perenne puñetazo de la entraña
muda,
voz irrefrenable que pugna hasta afirmar
la nota,
que duda y repiensa como el tímido
suicida
enmascarado de verdad, ¡bang, bang!
¿c'est fini?
hasta encontrar su verdadero tono
suplicante
que lo redima del espectro
asfalto
y resucite otro alquitrán de números y losas,
de números y losas, de números y losas, números y losas ad infinitum
Dios que asesinas el canto humilde
hecho de carne y hueso,
martirio de cruz en cada letra
hueca,
perdónalos porque no
saben lo que piensan,
ellos, que sí saben lo que hacen.
Escaleras
mecánicas.
Ladera gris,
piedras y flores,
río
atravesado (Literatura)
Gente buena que revienta de
necesidades
tipificadas en fríos códigos que
atentan contra la vida
en nombre del sentido común – el uniforme
ríe -
Novelas apiladas en comisarías
por decreto ley
muerte cotidiana, la muerte es
cada día
Oh merci il vous rend libre
cada día
Oh merci il vous rend libre
rêver
¿Por qué susurras, piensas,
tiemblas
y dudas de tu condición barcadeseodemadera?
cuando tus versos fueron canto
transversal,
corazón abierto a contraluz, beso
en las venas
VIE
En el principio fue Gregor Samsa
y todos los libros asesinos que
te salvaron del abismo en el abismo
y sus ojos azules que pudiste
retener más tiempo en la memoria,
labios de amor plomizo perdido para siempre.
Recobra el mar
el mundo te ha
expulsado de su entraña
ya no existe
sobre cimientos de sal puedes construir tus puentes
le rêve est fini
25 abril, 2012
No arrojes
tus flores al agua,
no simules
otro digno adiós,
no pronuncies
con los
labios del desencanto
la palabra
inaccesible.
Mañana
arderán todas tus cenizas
¿acaso
crees que el fuego
es un
elemento prescindible?
Entonces habrá sido en vano
cantar por
encima del tiempo
y de este frío altruista
que desprecias.
12 abril, 2012
historia de G. (poema de José Luis Piquero)
Déjate enseñar, déjate mandar, déjate sujetar
y despreciar y serás perfecta.
S. Juan de la Cruz, “Dichos de Luz y Amor”
“El amor es un miedo: una moneda,
un bien de cambio” -susurraba su voz
de borracho creíble, y sonriendo
añadía: “Cualquier amante es sólo
un chantajista”.
Y en las noches aquellas, como extraños libertos,
dejábamos atrás mi trabajo y sus libros
para beber, beber.
Hicimos el amor
en calles y portales.
Cuando hablábamos,
hablábamos los dos a cuchilladas.
De él sé decir que era un producto típico
de su ciudad y de sus años: frío
y gregario. Su raza:
jóvenes ilustrados y poetas,
cansados de un dinero que no tienen
y una seguridad. Yo estaba sola,
iba de paso: una bala perdida.
Él ya se castigaba -su costumbre-
haciendo daño a todos.
Tenía que dar con él.
Me dijo que las chicas como yo
tenemos el valor de una experiencia,
somos útiles. “Tú eres muy consciente
de estar representando el papel que te toca.
Pudiste estar con otro, ¿no es así?
Si eres lista puedes aprender algo,
pero recuerda siempre que yo te necesito”.
¿Soy injusta? También me quiso un poco,
a su modo. Perdonó mis mentiras,
y no era culpa suya no saber del amor
sino lo que le habían enseñado
en su impreciso mundo de palabras a medias
y de fáciles gestos.
Admiraba
esa capacidad-para-encajar-los-golpes
que yo he llegado a ser,
ese estar siempre dispuesta.
Y me daba su tiempo a manos llenas.
Hoy sé perfectamente que me usó
para sembrar recelos en su grupo.
Yo le he visto humillar a alguien que le quería,
ignorarle y marcharse conmigo, y disfrutarlo.
O exhibirme como a una vaca sana
en su circo de locas, sin recato, triunfante.
Me empujó
en otros brazos; eso fue un pretexto
para nuevos reproches -“Puta, puta”.
Cuando pude dejarle,
tuvo el talento -y la complicidad de sus amigos-
para hacer de mí la única culpable.
“Nos ha engañado a todos” (y quizá
él tenía razón).
A menudo estoy sola y pienso en él,
ya sin rencor, pero escucho de nuevo
esa voz en mi oído, amable, lenta:
“Eres producto mío. Tú, ¿quién eres?
Un apellido y un trabajo triste
y unos padres lejanos. Sin talento
ni belleza, no eres inteligente...
No tienes perspectivas, bobita, saltarás
de un amante a otro amante. Como mucho
eres la novedad, tan sólo un coño.
Yo te he querido siempre. Quédate.
Imagina que ahora te murieses:
el recuerdo romántico, tan frágil, de esos tontos
y quizá un mal poema -Aquella chica...-,
y nada más. Te quiero, no te marches,
qué voy a hacer sin ti, vuelve conmigo...”.
Si alguna vez hemos sido inocentes
como mascotas, puros igual que las manzanas,
nosotros hemos visto pudrirse las manzanas.
05 abril, 2012
03 abril, 2012
Algo habita en los sauces
que la ciudad castiga,
con un leve murmullo de estío
baja el río desde la acristalada sierra,
sepultada luna de primaveras ociosas
en ella se mira el extraño pasajero del poema,
todos los ojos tapiados para la piel que habita
sobre esta sed del alma,
centenares de vehículos rugiendo en el asfalto,
solo en el ancho cielo algún punto marcará el azar,
donde se inspiran posibilidades infalibles,
aunque el mañana descarnado
nos haya de escupir violento,
viejo Guadarrama, árboles raquíticos,
estos no son vuestros primeros ojos,
recostado en la plegaria inmemorial de tu paisaje
escucho reverberar la vida,
donde la sombra ha de llevarme un día
a encontrarme definitivamente,
lejos de los nombres,
a salvo de lo efímero.
que la ciudad castiga,
con un leve murmullo de estío
baja el río desde la acristalada sierra,
sepultada luna de primaveras ociosas
en ella se mira el extraño pasajero del poema,
todos los ojos tapiados para la piel que habita
sobre esta sed del alma,
centenares de vehículos rugiendo en el asfalto,
solo en el ancho cielo algún punto marcará el azar,
donde se inspiran posibilidades infalibles,
aunque el mañana descarnado
nos haya de escupir violento,
viejo Guadarrama, árboles raquíticos,
estos no son vuestros primeros ojos,
recostado en la plegaria inmemorial de tu paisaje
escucho reverberar la vida,
donde la sombra ha de llevarme un día
a encontrarme definitivamente,
lejos de los nombres,
a salvo de lo efímero.
25 marzo, 2012
Judería
Esther,
mi corazón es una barca
que se hunde lentamente en el mar,
ahogado entre los muslos de tu nombre.
Judith,
tengo hambre de matarme contigo,
tu carne es un remedio insuficiente
para el huésped asediado por esta flor azul.
Señor
-¡oh Mesías que demoras tu llegada! -
mi alma es una fuente seca
donde las hijas de Lot
saborean con pasión tu sangre.
mi corazón es una barca
que se hunde lentamente en el mar,
ahogado entre los muslos de tu nombre.
Judith,
tengo hambre de matarme contigo,
tu carne es un remedio insuficiente
para el huésped asediado por esta flor azul.
Señor
-¡oh Mesías que demoras tu llegada! -
mi alma es una fuente seca
donde las hijas de Lot
saborean con pasión tu sangre.
21 marzo, 2012
19 marzo, 2012
17 marzo, 2012
¿No sabes
que el tiempo es una nefasta creación de los hombres,
un artificio de arena y ceniza contra luces sagradas?
¿No sabes que palpita una certeza de aurora
en cada rincón de la ciudad, donde el neón no alcanza?
Observa los frutos sazonados al margen de lujos y riquezas,
es tu obligación apetecerlos
sobre este paraíso singular en el que reinas.
que el tiempo es una nefasta creación de los hombres,
un artificio de arena y ceniza contra luces sagradas?
¿No sabes que palpita una certeza de aurora
en cada rincón de la ciudad, donde el neón no alcanza?
Observa los frutos sazonados al margen de lujos y riquezas,
es tu obligación apetecerlos
sobre este paraíso singular en el que reinas.
12 marzo, 2012
Sendero de Job, luna fluctuante,
Marzo respira agazapado y tose,
los muebles de madera crepitan,
el paso de los años dejó su marca,
invisible y azul corroe por dentro
esa vana claridad de la máquina,
primavera de calcinados estambres,
lirios sangrando entre pasiones remotas,
desvalorado éter de violetas miradas,
raciocinio sembrado en espantosa luz,
metaliteraria duda en el repetitivo Salmo,
aguaceros de París, desdoblamientos en Lisboa,
revisitado el artesano marginal de la colina,
esto es España donde la tinta de caín eyacula sorda,
neonato Trakl credo de expresión
contra la atrocidad del primer mundo,
Kafka y Celan lo sabian,
sangre judía en los sagrados textos,
oblicuas pisadas en la noche, miserables calaveras,
huellas celestes del anónimo transeúnte,
seguro animal pisoteado, Eurídice te reclama
mudo en la estela piadosa,
evaporado allí donde lo ajeno,
hablando extrañamente de las cosas.
Marzo respira agazapado y tose,
los muebles de madera crepitan,
el paso de los años dejó su marca,
invisible y azul corroe por dentro
esa vana claridad de la máquina,
primavera de calcinados estambres,
lirios sangrando entre pasiones remotas,
desvalorado éter de violetas miradas,
raciocinio sembrado en espantosa luz,
metaliteraria duda en el repetitivo Salmo,
aguaceros de París, desdoblamientos en Lisboa,
revisitado el artesano marginal de la colina,
esto es España donde la tinta de caín eyacula sorda,
neonato Trakl credo de expresión
contra la atrocidad del primer mundo,
Kafka y Celan lo sabian,
sangre judía en los sagrados textos,
oblicuas pisadas en la noche, miserables calaveras,
huellas celestes del anónimo transeúnte,
seguro animal pisoteado, Eurídice te reclama
mudo en la estela piadosa,
evaporado allí donde lo ajeno,
hablando extrañamente de las cosas.
02 marzo, 2012
12 febrero, 2012
El esqueleto del poema dialoga,
su lenguaje se desnuda de flores
descubriendo las últimas brasas,
cenizas que la noche temblorosa templa
en un vaivén de cómplice quietud,
embriagada soledad de carne y hueso
el esqueleto del poema tiembla
cuando alguien toca su timbre de luz,
la casa bajo cero de otro tiempo que dialoga sin lenguaje
el silencio la recoge bajo llave
en el mudo corazón del poema.
su lenguaje se desnuda de flores
descubriendo las últimas brasas,
cenizas que la noche temblorosa templa
en un vaivén de cómplice quietud,
embriagada soledad de carne y hueso
el esqueleto del poema tiembla
cuando alguien toca su timbre de luz,
la casa bajo cero de otro tiempo que dialoga sin lenguaje
el silencio la recoge bajo llave
en el mudo corazón del poema.
23 enero, 2012
Mar opaco entre oblicuas visiones,
aviones de luz,
luna fértil.
Apoyado
sobre una baranda de tiempo
digieres tópicos repetitivos,
donde los monos aúllan sin antorcha.
Sueño teñido de imposible,
revoloteo estéril,
sangre de lagarto asediada por dudas de cristal.
Siente
esa tumefacta grieta de vacío
en boca del amante extraño
que precisa
de otra boca para ser
calor y diferencia singular
sobre la noche fría.
aviones de luz,
luna fértil.
Apoyado
sobre una baranda de tiempo
digieres tópicos repetitivos,
donde los monos aúllan sin antorcha.
Sueño teñido de imposible,
revoloteo estéril,
sangre de lagarto asediada por dudas de cristal.
Siente
esa tumefacta grieta de vacío
en boca del amante extraño
que precisa
de otra boca para ser
calor y diferencia singular
sobre la noche fría.
19 enero, 2012
En rutinas de amor inhóspito
el invierno acecha,
instalado al norte de una canción norteña.
Inhabitable redundancia,
baja temperatura
marca horas baldías
donde diamantes se gestan.
Sin vosotras
el viento es siempre igual de predecible,
palabras sin dudas,
libros vacíos.
El invierno acecha
el difuso corazón de estos atardeceres,
nadie puede detener la nieve
sobre su herida de luz.
Es preciso soportar el frío
allí donde el lenguaje duerme,
esperar pacientemente al milagro
de su fiel alumbramiento.
Sentir la imperiosa necesidad
del cigarrillo compañero
o del bourbon siempre fiel a la desolación.
el invierno acecha,
instalado al norte de una canción norteña.
Inhabitable redundancia,
baja temperatura
marca horas baldías
donde diamantes se gestan.
Sin vosotras
el viento es siempre igual de predecible,
palabras sin dudas,
libros vacíos.
El invierno acecha
el difuso corazón de estos atardeceres,
nadie puede detener la nieve
sobre su herida de luz.
Es preciso soportar el frío
allí donde el lenguaje duerme,
esperar pacientemente al milagro
de su fiel alumbramiento.
Sentir la imperiosa necesidad
del cigarrillo compañero
o del bourbon siempre fiel a la desolación.
13 enero, 2012
10 enero, 2012
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