18 mayo, 2012


           
            Crecí entre libros olvidados
            cerca del castillo musulmán,
            donde amarillentos sabios crujían
            contra la tierna soledad de aquellos ojos.

            Más tarde descubrí el fuego de la vida
            y con ahínco prendí las páginas heridas de mi adolescencia,
esforzándome en balde por el ser humano
derroché todos aquellos años
como un auténtico suicida.

Los muertos preferidos me habían enseñado
que sus años de carne y hueso
habían resultado desastrosos
¡oh maestros inmortales!

En el temor confuso de vivir
languidecí entre las subrayadas páginas del éter,
caí extrañado en la región ignota
de pájaros acristalados y grillos,
junto al lúcido peligro del hidalgo.

            Pasado el tiempo que no pasa
            y con el ánimo de los antiguos
            me reencontré entero en una nueva senda,
            franqueé cárceles amables,
            me despedí de los apacibles muros de piedra
            que habían cobijado inútilmente
una esperanza de laurel.

Así fue como lo abandoné todo,
estaba escrito en la nutritiva piel del silencio
y en todos los crucigramas reflectantes de este techo de cristal.







             


           

05 mayo, 2012

sin nombre (2009)

Al principio no tenías nombre,
y tu rostro era tan nuevo
que hasta los espejos se sentían extraños de mirarte.
Bajabas la ladera
despeinando a la noche entre miradas
y aquí, junto al aljibe seco,
te detuviste unos meses contra mi memoria
y me mataste.

    
    
    
Y así fue que nací,
    
    
    

entre libros y besos
fui forjando la palabra que no te definiera,
el amor que no significara,
la certeza de no hallar más que incertidumbre
en cada pliegue de esta finitud.

Pasaron los años con sus nombres y apellidos
intentando fraguar un concepto de ti,
y yo seguía
en la nube vorágine de días aplazados y sin tiempo
jugando con un pelo de onírico algodón
que aún late con sabor a paraíso
en cualquier lugar,
ajeno al movimiento lógico de la existencia.

    
    
    
Porque cualquier lugar
    
    
    

y cualquier fecha
sirven de pretexto a lo que es fin
y origen diseminado, en el transcurso
de algo que se llama sin nombre
y sin verbo actúa
rompiendo las reglas naturales del lenguaje.